Para 4
200g de cebolla
50g de champiñones
50g de puerro
50 g de mantequilla
500g de calabaza
1 litro de caldo de pollo
Sal y “cayenne pepper”
Decoración
5g de cebollino
100ml de nata, montada
Lo primero de todo será pelar la calabaza y, con un chorrito de aceite de oliva, introducirla en el horno durante unos minutos. No hace falta que este hecha, solo queremos darle un poco de sabor.
Mientras esperamos la calabaza cortamos en pequeños trozos toda nuestra verdura y la sudamos con la mantequilla. No buscamos ningún color en especial es solo darle un poco de sabor.
Añadimos la calabaza cortada en trocitos junto con el caldo y dejamos cocinando a fuego lento (que no hierva fuerte!) durante aprox. 45 min. El momento de retirar del fuego es cuando la calabaza este blandita, como para puré.
En este momento colamos el líquido y pasamos lo restante por una licuadora ayudándonos del caldo restante. Hacer esto poco a poco ya que sino la consistencia será muy liquido. Es difícil de explicar la consistencia que (supuestamente) buscamos con palabras pero no debe ser muy líquido pero tampoco es una crema.
Ponemos nuestro resultado en una olla a hervir nuevamente y es aquí donde añadimos la sal y la pimienta al gusto. Tened en cuenta que la calabaza es muy dulce y a mi, personalmente me gusta con bastante pimienta ya que le da un toque muy interesante.
Por otro lado montamos la nata (obviamente sin azúcar) y picamos el cebollino. Lo ideal es hacer un “canouille” con la nata, es decir un canutillo que se hace con la cuchara y ponerlo encima de la sopa y, sobre este, el cebollino.
Esto hay que hacerlo en la propia mesa una vez servido el plato ya que la crema tarda pocos segundos en deshacerse (como veis en la foto)
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